Los anuncios televisivos de antes marcaban una gran diferencia entre hombres y mujeres, eran muy machistas: la mujer se quedaba en casa durante el día, se encargaba de lavar y planchar la ropa, de aspirar y limpiar la casa, de prepararle la comida al marido para cuando este llegara tenerlo todo hecho…
En cambio, actualmente esta publicidad ha cambiado, pues ya no se transmite el mismo mensaje machista, sino que ya aparecen hombres cocinando o limpiando, o se muestran anuncios de mujeres trabajando, aunque los anuncios de limpieza sigan teniendo por lo general a mujeres como protagonistas.
Esto se explica porque la publicidad retransmite lo que se da en la vida real. Desde hace unas décadas hasta ahora se ha producido un avance hacia la igualdad entre hombres y mujeres, pero desde luego esta no es total, ya que siguen conservándose algunas costumbres de antes, o simplemente hay algunos aspectos en los que hay que asumir que el hombre y la mujer son diferentes. Por ello, la sociedad no cambia con lo que se ve en televisión, sino que esto es al revés. Se vende lo que se compra, y para lograrlo hay que ubicar los productos en el ámbito en que se emplean o estamos acostumbrados a verlos. Si antes siempre era la mujer la que hacía las tareas del hogar, sería mucho más fácil vender un producto logrando que cada mujer en casa se pusiera en el lugar de la que anunciaba el producto, y no viendo a un hombre en su lugar.
Un aspecto diferente a analizar es la persuasión que esta publicidad puede ejercer en nosotros. Como he indicado anteriormente, los anuncios publicitarios nos venden algo adaptándose a las condiciones en que lo vemos en la vida real, para que nos sea más fácil comprobar cómo sería si lo tuviéramos. Aunque esto es así, no termina ahí, puesto que siempre hay algo de manipulación de esta fingida realidad que nos muestran. Todo está más idealizado, las características de los productos anunciados siempre son mejores en el anuncio que en la realidad, lo exageran, y utilizan todo lo que pueden para convencernos de que realmente necesitamos ese producto anunciado, aunque antes de ver el anuncio jamás hubiéramos echado en falta algo similar. Por lo tanto la manipulación está en cierto modo presente, muchas veces logran convencernos para que compremos, y esto es así porque de ser de otro modo no seguirían año tras año empleando la misma técnica para lograr incrementar las ventas. Todo depende de lo que nos dejemos convencer.
Para finalizar, desde mi punto de vista antes se ceñían más a mostrar las características que hacían que un producto pudiera resultarnos útil, ahora lo envuelven todo con más mensajes morales o contextualizando los productos de forma que nos atraigan más, pero no por sus cualidades, sino por el anuncio en sí. Antes te decían que una bebida te quitaba la sed, ahora te dicen que si la tomas serás más feliz. ¿Y quién no quiere ser feliz? Sólo con oír eso ya parece que nos apetece un poco más comprarlo, cuando el principal objetivo de un refresco es precisamente ese, refrescarnos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario